L’Ecuyer, Catherine

Fuente: twitter

Educar en el asombro (Catherine L’Ecuyer, 2012) es un libro refrescante que nos incita a reflexionar sobre nuestra sociedad, la infancia, la educación y sobre todo, el asombro, motor de la motivación.

El libro se divide en dos partes, mientras te paseas entre las páginas de su primera parte  descubres como nuestro modo de vida promueve la sobreestimulación de los más pequeños sin ningún tipo de necesidad, sin respetar el ritmo de cada uno. Parece que es imprescindible que un niño ande, hable, escriba y lea lo más pronto posible… pero ¿para qué?

«En contra de la creencia popular, no existen evidencias neurocientíficas que justifiquen empezar la educación formal cuanto antes». (página 39).

Con ello no se incita el auto descubrimiento utilizando el tiempo necesario y los propios medios sino todo lo contrario, la dependencia de lo instantáneo sin esfuerzo alguno. Todo ello va modelando a los más jóvenes que caen en una desmotivación continua, impulsividad desmedida, hiperactividad, etc.

«Lo que sí sabemos es que la sobreestimulación está presente de forma sostenida en el entorno en el que se encuentran la mayoría de los niños de hoy en día. (…) varios otros estudios asocian el consumo de televisión y de videojuegos con problemas de atención y el visionado de series violentas antes de los tres años con problemas de atención y de impulsividad a los siete años» (página 49).

En el libro se aboga en todo momento por el asombro y de educar en él

«El asombro es el deseo de conocimiento. Ver las cosas con ojos nuevos permite quedarnos prendados ante su existencia, deseando conocerlas por primera vez o de nuevo». (página 31).

«Educar en el asombro consiste en respetar su libertad interior, contando con el niño en el proceso educativo, respetar sus ritmos, fomentar el silencio, el juego libre, respetar las etapas de la infancia, rodear al niño de belleza, sin saturar los sentidos…» (página 66).

Y en esta idea de educar esta basada la segunda parte del libro en la que encontramos aportaciones tan interesantes y sensatas como las siguientes:

«Algunos estudios confirman que el tiempo de juego sin demasiadas estructuras es fundamental para que el niño pueda desarrollar la capacidad de resolución de problemas, para fomentar la creatividad y para desarrollar su capacidad de mantener la atención» (página 76).

«La forma más directa y eficaz de matar el asombro de un niño es darle todo lo que quiere, sin ni siquiera darle la oportunidad de desearlo. La falta de límites y el consumismo frenético en los niños destruyen el asombro porque así los niños dan todo por supuesto» (página 80).

«La naturaleza es una de las primeras ventanas de asombro del niño, y es ciertamente la ventana que puede ayudar a recuperar el sentido del asombro a quien lo haya perdido» (página 89).

«Vemos a los niños lentos porque comparamos su ritmo con el nuestro» (página 96).

«Saltarse las etapas de la infancia es despreciar el mecanismo con el que cuenta la naturaleza para asegurar un buen desarrollo de la personalidad» (página 110).

«El silencio es una parte muy importante del aprendizaje y es necesario para la reflexión, una de las cualidades que caracteriza a la persona humana» (página 119).

En definitiva, un buen libro que nos recuerda cuan importante es la infancia y de lo indispensable que es incluir en la sociedad a los niños y sus valores:

«El niño nos recuerda los valores de la paz, la solidaridad, la transparencia, la delicadeza, el optimismo, la protección de la inocencia, la empatía, la compasión, la dignidad de la vida humana, la alegría, el agradecimiento, la humildad, la sencillez, la amistad» (página 171).

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