Ser maestro (Raúl Bermejo, 2017) es un libro que engancha llegando a ponerte en la piel del autor a través de sus experiencias y opiniones. Totalmente recomendable para cualquier docente o interesado/a en la educación. El libro se centra en la etapa de Educación Infantil pero sus enseñanzas traspasan esa etapa debiendo impregnar a las demás, la Educación Infantil es fuente inagotable de innovación y mejora para nuestro sistema educativo.
Rául Bermejo invita al lector a realizar un viaje por 16 capítulos, son breves pero con gran contenido para que uno pueda reflexionar a través de sus exposiciones.
En la introducción ya nos ofrece algunos tintes que impregnarán todo el escrito destacando la importancia de la educación y la labor de los maestros, así como el protagonismo del alumnado y de las familias.
«Lo principal para un maestro… es formar a los niños y niñas en todos sus aspectos, en conocimientos, por supuesto, pero sobre todo en valores, en emociones y creatividad, aspectos fundamentales en cualquier ser humano» (página 14).
Durante el resto de capítulos se defienden ideas tan sensatas como:
- Creer y confiar en nuestro alumnado.
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«Si confiamos en ellos, desarrollaremos su autoestima, su seguridad y su confianza en sí mismos. Nuestros alumnos recuperarán las ganas de aprender» (página 36).
- Respetar ritmos de aprendizaje y no obligar a que el alumnado crezca antes de tiempo.
«Por favor…dejemos que se pierdan para que ellos vuelvan a encontrarse» (página 48).
- La educación en valores y las emociones, ¿cómo sería de una escuela que no tuviese en cuenta los valores y las emociones?
«Creo que la educación en valores hay que trabajarla desde edades muy tempranas… Debería ser algo primordial y prioritario, por encima de otros muchos contenidos que se trabajan en estas etapas educativas,…» (página 88).
- La asamblea como espacio de comunicación, de pertenencia al grupo, etc.
«¿cuándo escuchamos nosotros lo que ellos tienen que decirnos? Los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje son los niños y las niñas, no somos los adultos. Debemos lograr que los niños sientan que pertenecen al proceso y que su palabra tiene valor para nosotros, y debemos establecer una buena base, donde se sientan afectivamente seguros. Y aquí entra en juego la asamblea,…» (página 96).
- ¿Deberes sí, deberes no? Pues los justos y necesarios y a la edad adecuada, sería recomendable más coordinación entre el equipo docente para disminuir el atracón de tareas y que éstas fuesen diferentes y no una mera repetición de contenidos, tareas con sentido.
«…creo que hay que hacer actividades motivadoras en familia, disfrutar de los hijos y no olvidar (cosa que ocurre demasiado a menudo) un factor muy importante: los niños están en constante aprendizaje» (página 105).
- La importancia de la educación ambiental, los derechos de la naturaleza.
«…no olvidemos que si los niños no conocen lo que tiene a su alrededor, difícilmente podrán protegerlo y mucho menos disfrutarlo» (página 111).
- Dejar jugar a los niños y niñas tanto en infantil como en las etapas siguientes ya que si el alumnado se divierte su motivación será mayor y querrá conocer más. Mención especial para su decálogo: «dejemos jugar más a los niños» (página 60).
- Comunicación fluida familia-escuela, todos debemos remar en la misma dirección.
- El patio como espacio educativo, y en general, cualquier espacio del colegio es potencialmente educativo.
- Potenciar la creatividad con especial atención al proceso y no tanto al resultado ofreciendo pautas para su realización.
Llegando al final del libro nos encontramos con un capítulo basado en entrevistas sobre educación. Son realizadas a varias personas de distintas edades y generaciones a las que les propuso una serie de preguntas que giraban entorno a: los maestros en sus escuelas, anécdotas de los días de estudiante, la evolución de la educación y requisitos para un maestro. En todas las respuestas quedan reflejadas cuan importante es o debería ser la educación.
Como conclusión nos encontramos la última joya del libro, las reflexiones finales que realiza el autor y de ellas estas son las que más me han llamado la atención:
«En el ámbito de la educación, las personas encargadas de que se produzcan los milagros son los propios maestros» (página 145).
«En educación tenemos la idea de que el niño es como un cesto que hay que llenar de conocimientos, pero en verdad es una semilla que más tarde terminará siendo árbol» (página 145).
«Si no amas tu trabajo, se notará en tu forma de enseñar, en el trato con los alumnos y alumnas y en tu vida en general. La palabra maestro debe ir unida a la palabra vocación» (página 149).
Un libro que denota amor por la profesión, por ser maestro. #Recomiendo
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